noviembre 20, 2008

a mano















Bailar con los vestigios del andén
con la consigna latente del estímulo de la fantasía
es la que arma el final que canta la barbarie de la fatiga.

Las entregas culminan y se bifurcan,
cerrando agujeros que encienden salidas.

Irresistible respirar sin moverse, sin tambaleare de modo contracorriente
abro lo que tengo por quien lo dejo,
toco el alma oxigenada de llanto, de cansancio
para recibir la señal segura y ensimismada en esto que ahora soy.


(algo más de devuelveme febrero)
foto: mano de mi hermano con carboncillo

noviembre 15, 2008

mi tia Carmen

Recuerdo el prendedor de plata que me regaló en algún cumpleaños, recuerdo su letra, era tan perfecta, tan recta y exacta. Recuerdo su voz de maestra. Recuerdo cuando venía a mi casa y limpiaba la mesa antes que terminemos de comer. Recuerdo cuando una enfermera la venía a atender, cuando cuentan que un médico la hizo ponerse de pie, recuerdo cuando cuentan lo bien que le gustaba comer, cuando me pedía que le compre una gaseosa, cuando dormía en mi cuarto, cuando estaba sentada leyendo el periódico y ya no podía andar.
Hoy recuerdo el día que la soñé hablándome de la tesis. Ese día fue el eterno y último gran recuerdo de la tía Carmen, mi tía Carmen.

Foto: mi tia Camen cuando fue profesora y directora en un colegio de Concepción.

noviembre 04, 2008

subteando

Cabeza caliente que se enciende con el alma mientras se camina hacia el subterráneo. Todos salen de sus trabajos y se quieren ir, alejar, se quieren trepar al subterráneo, se quieren ir a bañar, comer y dormir. Esperar el tren no es tan asfixiante como insertarse rápidamente en alguna esquina diminuta y disponible. El tren avanza, difícil tambalearse, todos atrapados dispuestos a viajar en silencio hacemos una sola masa. Una camisa blanca o un saco oscuro empaña mis anteojos. Debo pegarme a la puerta si es que no quiero perder la estación donde debo bajarme. A veces empujan, a veces aplastan y otras plantean una disputa por una área del fierro donde puedes sujetarte para no golpear algun hombro, alguna barriga o pecho. Esperar que te toque bajar es la espera más deseada cuando se viaja en subte, justo cuando todos escapan al mismo tiempo desde donde están.
El subte de buenos aires en plena hora punta.