noviembre 04, 2008

subteando

Cabeza caliente que se enciende con el alma mientras se camina hacia el subterráneo. Todos salen de sus trabajos y se quieren ir, alejar, se quieren trepar al subterráneo, se quieren ir a bañar, comer y dormir. Esperar el tren no es tan asfixiante como insertarse rápidamente en alguna esquina diminuta y disponible. El tren avanza, difícil tambalearse, todos atrapados dispuestos a viajar en silencio hacemos una sola masa. Una camisa blanca o un saco oscuro empaña mis anteojos. Debo pegarme a la puerta si es que no quiero perder la estación donde debo bajarme. A veces empujan, a veces aplastan y otras plantean una disputa por una área del fierro donde puedes sujetarte para no golpear algun hombro, alguna barriga o pecho. Esperar que te toque bajar es la espera más deseada cuando se viaja en subte, justo cuando todos escapan al mismo tiempo desde donde están.
El subte de buenos aires en plena hora punta.

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