agosto 24, 2007

fiesta de los opuestos


La ultima clase de teatro iba a la ser la fiesta de los opuestos, varios del grupo ya la conocían y pedían efusivamente que se repita, yo en silencio pensaba y trataba de interpretarlo antes que Andrea, la profesora, lo explicará de forma tan didáctica como siempre lo hacia. La consigna se resumía en vestirse y actuar íntegramente de modo totalmente contrario a como es uno. Podría interpretarse como una fiesta de disfraces, pero quien lo considerase así escapaba de lo significativo y veraz del ejercicio. Hice mi esfuerzo por pensar en algún rol que hable de mi opuesto. Pueda que se aligere el trabajo si uno se queda en un primer nivel de interpretación sobre lo que encierra actuar de forma contraria. Y vaya panorama imaginario de todo lo que surge al tratar de autoverse tal cual uno es. Me intriga si uno puede encontrar totalmente su opuesto y saber con cabalidad que no se es. Se puede ser tantas cosas a la vez dependiendo del cómo, cuándo, dónde, con quién y para quién. Se puede ser y se es, siempre con un grado de esencia natural que nos distingue y nos ubica en las cabezas de las personas con las que uno se topa. Pensé tanto en lo que soy y también en todo lo que creo que no soy y la verdad, aquí entre nos, son varias las veces que he sido como creo que no soy.
La última clase llegó y yo llegué de una mujer grande, gorda, voluminosa, de gruesas carnes que le pesa todo para caminar y con la actitud de interferir y generar cuanto disturbio y malestar pudiese entre los demás, sin obviar el maquillaje de tonos rojos intensos que solo por esa noche me permití llevar. Mas que un ejercicio de una clase de teatro, una terapia real. ¿Cómo tú no eres, eres lo que dices ser?

1 comentario:

Jacko dijo...

Es mas difìcil encontrar que no se es cuando no se sabe exactamente qué es uno. Pero no importa mucho si la busqueda de uno mismo se hace divertida y mas disfrutable aun que el encuentro final con lo que de verdad uno es, lo que puede convertirse en la rutinaria mirada en el espejo o la desesperada mirada de Dorian Gray a su retrato, ¡Vaya a saber uno quièn es!